El calentamiento global amenaza la estabilidad climática que ha permitido que la civilización humana prospere por miles de años. La mayoría de los asentamientos humanos dependen de cemento y de sistemas de control ambiental basados en combustibles que causan sobre 50% del calentamiento global. En el verano de 2023 nuestro planeta alcanzó los 2º Celsius por encima de la época preindustrial. La inesperada velocidad del aumento en las temperaturas nos obliga a actuar –en especial los arquitectos– dado que definimos y promovemos los estándares del entorno construido.
Las escuelas de arquitectura deben incitar al cambio y liderar una nueva tendencia de la forma en que se habita la Tierra. Las diferencias deben dejarse a un lado porque el deber que tenemos por delante es una responsabilidad compartida; local, regional, global. Los sistemas socioculturales humanos son ecosistemas en sí, sólo la humildad entre nosotros y la inmensurable biodiversidad de la Naturaleza nos conducirán a un planeta más sano. Este empeño requiere un esfuerzo conjunto, no es momento de que la humanidad se divida sino de que se una. Es nuestra responsabilidad trabajar por un objetivo común: bajar la temperatura de la Tierra.
La arquitectura es conocida por expresar belleza, convicción, fortaleza, función y mucho más. La arquitectura del futuro debe ser una misión de vida. Nuestros edificios y asentamientos deben dejar de saquear y contaminar la Tierra. Los edificios deben devolverle vida al planeta para ayudar a que sane. Creo firmemente que el futuro de la arquitectura está en lo que llamo diseño abiogenético, basado en el concepto de ‘abiogénesis’ que se refiere a la vida orgánica que surge de materia inorgánica. Para mantener una verdadera relevancia para la humanidad, los arquitectos y nuestros edificios inorgánicos/inanimados, deben promover, apoyar y generar vida en la Tierra. Como campo, debemos cultivar y garantizar un planeta seguro, biodiverso y templado para las futuras generaciones.
Como decana interina, es mi responsabilidad inculcarle a nuestra comunidad académica un sentido de colaboración inclusiva, de innovación y de profundo respeto por la Tierra. Nos toca reaprender nuestro humilde lugar –en un campo de horizontalidad no jerárquico– entre las especies y los ecosistemas de nuestro planeta. Una comprensión profunda de la ética humana, biofílica y de la Tierra, guiará nuestro camino en la medida que ampliamos la arquitectura como un campo de estudio, acción, defensa y el arte de hacer planeta.
Debemos desaprender la noción de que los recursos del planeta están ahí para ser tomados y debemos comprender intrínsecamente que:
no estamos aquí
para segar la riqueza de la Tierra,
estamos aquí
para conservarla…
anna
Global warming threatens the stable climate that has allowed civilization to flourish for thousands of years. Most human settlements depend on cement and fuel-based environmental control systems that cause over 50% of global warming. In the summer of 2023, ahead of all predictions, our planet reached 2° Celsius above the preindustrial norm. The unexpected speed of increasing temperatures obligates us to act –architects especially– given that we define and promote the standards for built environments.
Architecture Schools must incite change and lead a global shift in how we inhabit Earth. Differences must be set aside given that the historical task ahead is a shared responsibility; it is local, regional, and global. Human sociocultural systems are ecosystems in themselves, only humility amongst us, and towards the immeasurable biodiversity of Nature’s ecosystems, will lead to a healthier planet. We are responsible for working towards one common goal: lowering Earth’s temperature. This endeavor requires a joint effort: it is not a time for humanity to divide, it is a time to come together. It is our responsibility to work towards a common goal: lower Earth’s temperature.
Architecture is known for expressing beauty, belief, strength, function, and much more. The architecture of the future must be a quest for life. Our buildings and settlements must stop pillaging and contaminating Earth. Buildings must give life back to the planet to help her heal. I firmly believe that the future of architecture lies in what I call abiogenetic design, inspired by the concept of ‘abiogenesis’ that refers to the origin of life from nonliving matter. To maintain true relevance for humanity, architects and our inorganic/inanimate buildings must promote, support, and generate life on Earth. As a field, we must cultivate and guarantee a safe, biodiverse, and temperate planet for future generations.
As acting dean, it is my responsibility to instill in our academic community a sense of inclusive collaboration, innovation, and profound respect for each other and the Earth. It is up to us to relearn our humble place –in a field of nonhierarchical horizontality– among the species and ecosystems of our planet. A deep understanding of human, biophilic, and Earth ethics will guide our path forward as we expand architecture into a field of study, action, advocacy, and the art of planet building.
We must unlearn the notion that the planet’s resources are there for the taking and intrinsically understand that:
we are not reapers
of Earth’s wealth,
we are her keepers…
anna